Incrustada en una región de la provincia de Rondônia, Brasil, en el arco de la deforestación, una cooperativa que reúne a 300 familias sirve como modelo de desarrollo socioambiental para la Amazonía.
La iniciativa
- Nombre
- Proyecto de Reforestación Económica Consorciado y Adensado (RECA)
- Quien esta involucrado
- 300 familias que forman parte de la Asociación de Pequeños Agrosilvicultores y la Cooperativa Agropecuaria y Forestal del Proyecto RECA
- Qué es
- Producción rural basada en sistemas agroforestales
- Dónde está
- Nueva California, distrito de Porto Velho, provincia de Rondônia, Brasil
En la década de 1980, cuando Brasil reanudó las elecciones directas y debatía una nueva constitución, los brasileños de diferentes partes se dirigieron al norte, donde el bosque representaba los sueños de un futuro mejor. Uno de ellos fue el filósofo y exprofesor Sérgio Roberto Lopes, hoy con 61 años. La infancia y los estudios en entornos cubiertos de verde inspiraron su viaje a la Amazonía en 1984. Lopes emigró solo. Luego vinieron su esposa y su hija, de solamente un año. Al principio, vieron a muchas familias regresar, desalentadas por la malaria o por las dificultades para producir y vender en una región al entonces con infraestructura deficiente.
Pero persistieron y unieron fuerzas con otros migrantes para demarcar sus tierras. Apoyado al inicio por la Iglesia Católica y el Sindicato de Trabajadores Rurales, el grupo echó raíces en Rondônia e implementó un modelo productivo asociado al mantenimiento forestal: el proyecto Reforestación Económica Consorciado y Adensado, o RECA, hoy reconocido dentro y fuera de Brasil como un modelo de producción sostenible.
«Soy un agricultor familiar. Mis hijos fueron a la escuela y se graduaron. Valió la pena por los logros personales y humanos, por los lazos con las personas y por el retorno económico. Nuestra propia forma de caminar se basa en la cooperación. El proyecto es una referencia en la producción en la Amazonía, porque trae riquezas forestales a los campos de cultivo», describe Lopes.
La iniciativa está ubicada en el distrito de Nueva California, a 360 kilómetros de Porto Velho (Rondônia) y a 150 kilómetros de Rio Branco (Acre). Los lotes dedicados a la agrosilvicultura ocupan mil hectáreas no contiguas, donde se producen cupuazú, chontaduro, copaiba, castaña, asaí y otros. En total, hay más de 40 especies de árboles frutales, medicinales y amazónicos utilizados para la producción, realizada a través de sistemas agroforestales (SAF), que combinan la siembra y conservación de la vegetación nativa con cultivos agrícolas o ganaderos. Todo el trabajo involucrado se lo hacen las cooperativas.
«Los SAF son mantenidos por 300 familias, que también producen ganado, pescado, pollos y miel para mantener el equilibrio de cuentas en tiempos de crisis económicas o problemas productivos causados por cuestiones climáticas», explica Hamilton Condack, de Paraty, Rio de Janeiro, que hace parte de la cooperativa desde 1991 y ahora es su coordinador-presidente.
La producción anual supera las 1.000 toneladas de pulpas, aceites, palmito, almendras y semillas. Todo se comercializa en Brasil, especialmente para industrias y revendedores en São Paulo, Acre, Rondônia y Pará. Otros acuerdos económicos más recientes también ayudan en la sostenibilidad económica y socioambiental del proyecto, como «Carbono Neutral».
La iniciativa forma parte de un mecanismo creado por Natura y el Instituto de Conservación y Desarrollo Sostenible de la Amazonía (IDESAM) que recompensa a las familias de RECA por la conservación forestal y el acceso al patrimonio genético de asaí, cumarú, cupuazú, castaña y copaiba. El RECA prevé transferencias financieras anuales durante 25 años y abarca iniciativas en las provincias de Rondônia, Acre y Amazonas.
Según Denise Hills, directora global de sostenibilidad de Natura, desde el principio el proyecto redujo las emisiones de dióxido de carbono en 130.000 toneladas y generó un ingreso adicional de más de R$ 2,3 millones para los miembros de la cooperativa. «Esto significa que hubo una conservación equivalente a aproximadamente 240 campos de fútbol en el período», ilustra. «Es económicamente factible conciliar las actividades productivas con la conservación del bosque en pie, lo que incluso aumenta la generación de ingresos para las familias en la Amazonía. Pues que cuanto menor es la deforestación registrada en el sitio, mayor es el rendimiento financiero de los productores por los servicios ambientales», explica Hills.
Según el mapeo del IDESAM, basado en imágenes satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE, por su sigla en portugués), el promedio anual de deforestación en lotes de RECA fue del 0.93 % entre 2013 y 2016, mientras que en los alrededores la tasa fue del 1.9 % anual, un 105 % más grande. Entre 2018 y 2020, la deforestación en las propiedades de RECA se redujo todavía más: fue del 0.52 %, una quinta parte de la tasa promedio observada en propiedades con Registro Ambiental Rural (CAR, por su sigla en portugués) de hasta 400 hectáreas en la misma región, que se ubicó en el 2,47 %.
«Actividades como estas mueven más recursos que todas las exportaciones de soja de Brasil. En la Amazonía podemos producir lo que queramos, pero hay retos. La región es la mayor productora de cacao y tiene la mayor concentración de fibras textiles del país
Raphael Medeiros, director ejecutivo del Centro de Emprendimiento de la Amazonía
Los datos del municipio de Porto Velho muestran cómo RECA se convirtió en un bastión forestal en medio de un cambio acelerado en la vegetación local, que se redujo de 31.690 km² a 22.634 km² entre 1985 y 2020, según MapBiomas. La agropecuaria convencional, basada en el monocultivo, saltó de 842 km² a 9.787 km² en el mismo período.
La deforestación que rodea los lotes –e incluso destruye áreas productivas– se suma a otros obstáculos manejados por la cooperativa, como la lucha contra las quemas. Todos los miembros reciben capacitación para mejorar y ampliar la producción y controlar plagas y enfermedades, así como para controlar brotes de incendios. Los miembros también desean instalar energía fotovoltaica para reducir los costos de electricidad. Los valores y retrasos de asistencia técnica y logística pesan en la renta.
«Ya hemos perdido la producción debido a las cámaras frías que se han arruinado. Los técnicos de las ciudades pueden costar hasta un 50 % más que si estuvieran en la región. Las industrias en el sur de Rondônia, por ejemplo, están a más de 1.000 kilómetros de distancia. Esto costa mucho y no hay subsidios para amortizar los valores», explica Condack.
Pero nadie piensa en darse por vencido, y todos esperan que el proyecto se multiplique a lo largo de la Amazonía. «El reto es mantener la asociación rural. Necesitamos más hijos y nietos trabajando aquí. La agroforesta mantiene a las personas en el campo y no utiliza productos químicos como la agroindustria, pero exige mano de obra calificada y equipos apropiados. Si esto [RECA] fuera una política pública fuerte, difundiría esta forma de producir y vivir a lo largo de la Amazonía», evalúa el pionero Sérgio Lopes.
El director ejecutivo del Centro de Emprendimiento de la Amazonía, Raphael Medeiros, estima que experiencias como RECA contienen un modelo de negocio socioambiental para la Amazonía porque agregan valor a una producción regional asociada la conservación del bosque y sus recursos naturales. Además, se inspira en iniciativas que generan empleos e ingresos en otros países, como la observación de aves, la pesca deportiva y el ecoturismo.
«Actividades como estas mueven más recursos que todas las exportaciones de soja de Brasil. En la Amazonía podemos producir lo que queramos, pero hay retos. La región es la mayor productora de cacao y tiene la mayor concentración de fibras textiles del país, pero no cuenta con un centro científico para explotar este potencial, para mejorar la producción y conservación de sus numerosos productos. Es por lo que perdemos frente países con economías enfocadas en los bosques tropicales», lamenta.
Según el análisis del proyecto Amazonía 2030, la exportación de artículos producidos sin destrucción de la selva tropical sudamericana movió US$ 176.600 millones anuales entre 2017 y 2019. Brasil tuvo una participación promedio de sólo el 1,3 % en el período.
Según Medeiros, las acciones coordinadas y continuadas entre gobiernos, sectores privado, civil y académico son el camino para crear un nuevo ecosistema para el desarrollo sostenible en la región, que permita la creación y fortalecimiento de más cooperativas agroforestales. Para él, es fundamental que las grandes obras de infraestructura e iniciativas de conservación no se olviden de los pequeños productores y compañías, que además representan grandes oportunidades de inversiones para impactos socioambientales positivos, como la generación de mano de obra y el mantenimiento de las personas en el campo.
«Esto no es fácil, pero está lejos de ser difícil. Tendremos mejores resultados en ventas y conservación cuando sentemos las bases de este nuevo entorno económico y contemos mejor las buenas historias de la Amazonía», dice Medeiros. «Pero la región aún no es ‘pop’, desde aquí todavía hay más noticias de deforestación y quema, de destrucción y muerte». Sin embargo, historias como la de RECA muestran que la realidad podría ser muy diferente.
Cómo participar
- Sitio web del proyecto
- www.projetoreca.com.br
- Información del contacto
- +55 (69) 3253-1007/1046
[email protected]
- Redes sociales
La imagen de la parte superior de la página muestra el contraste de la conservación de los bosques en las parcelas de Reca con la deforestación observada en las propiedades vecinas. Fuente: Natura/Divulgação
| Traducido por Nina Jacomini