En el contexto de la crisis climática, plantar árboles es fundamental, pero no suficiente

En el artículo publicado en Página 22, Roberto Waack, consejero del Instituto Arapyaú y Visiting Fellow del Centro Hoffman en Chatham House, afronta el debate actual relacionado con las llamadas “Soluciones Basadas en la Naturaleza” (SBN). El primer punto, como destaca el columnista, es la propia definición de lo que es este concepto. Por más que una u otra institución internacional presente definiciones diferentes, un punto común entre ellas se refiere a la protección y conservación del capital natural existente en un área determinada, según Waack.

Según él, “la protección y la conservación están vinculadas al mantenimiento de la biodiversidad, las reservas de carbono, la preservación de los recursos hídricos, la integridad del suelo y otros componentes del capital natural de una determinada región”. Este concepto diferencia a los SBN del enfoque más amplio de la bioeconomía que, polémicamente, es decir, admite la inclusión de actividades económicas biológicas en áreas antropizadas”.

Hay mucha complejidad en torno a las llamadas “Soluciones Basadas en la Naturaleza”, al fin y al cabo, no todo se puede medir desde el punto de vista financiero ni monetizar cuando están en juego variables socioambientales. Es evidente, sin embargo, que si la gestión forestal tiene un peso importante cuando se asocian el cambio climático y las soluciones naturales -además de los bosques hay otros campos importantes, como los océanos y las ciudades, por ejemplo-, este no puede reducirse a proceso. simplemente plantando árboles. El bienestar humano y el respeto por los Pueblos Originarios, explica Waack, también son premisas que forman parte del concepto de “Soluciones Basadas en la Naturaleza”.

“Este segundo pilar exige una relación a largo plazo y un profundo respeto por el paisaje, recordando que este concepto integra a las personas en el medio que ocupan e interfieren a lo largo del tiempo”, dice el ambientalista.

Un artículo del diario O Globo, publicado en julio, arrojó luz sobre proyectos ya en marcha en Brasil que están siendo considerados por empresas como ejemplos de proyectos basados ​​en Soluciones Basadas en la Naturaleza.

Debido a las dificultades relacionadas con la valoración económica de la biodiversidad y el conocimiento tradicional, incluso los grandes monocultivos pueden considerarse soluciones basadas en la naturaleza, según el contexto. En definitiva, todavía queda mucho por hacer en este campo.

Incluso los científicos han ido acumulando conocimientos sobre las correlaciones entre la restauración forestal y la recuperación de la biodiversidad en determinadas regiones. Como muestra el Jornal da USP, un estudio que contó con la participación de investigadores del Instituto de Biociencias, realizado en asociación con otras universidades nacionales, revela cómo es necesario tener una mirada muy especial en el diseño de programas para la recuperación del Atlántico Bosque, por ejemplo.

“La relación entre biodiversidad y reservas de carbono es débil en la Mata Atlántica”, explica la investigadora Marcela Venelli Pyles, de la Universidad Federal de Lavras (UFLA), primera autora del estudio. “Así, las políticas de conservación enfocadas solo en el carbono pueden fallar en la protección de la biodiversidad, lo que refuerza la importancia de crear mecanismos complementarios y separados para lograr también esa conservación”, argumenta Marcela.

Por mucho que existan matices en torno al concepto de “Soluciones Basadas en la Naturaleza”, que requieren adaptaciones a los contextos nacionales e incluso regionales, este es, sin duda, un camino a seguir dentro y fuera de los bosques.

Como recuerda el investigador Ricardo Abramovay, en entrevista para el diario O Liberal, de Pará, todos los ambientes necesitan profundizar en ese punto de vista para que, quién sabe, también se beneficien. “Las ciudades también necesitan tener su infraestructura inspirada en la idea de ‘Soluciones Basadas en la Naturaleza’, con forestación generalizada, agricultura urbana y respeto por los pueblos ribereños y sus actividades”, dice el investigador. Según el investigador, esto también se extiende a la agroindustria. “La propia ganadería de mediana y gran escala necesita de las infraestructuras necesarias para su sostenibilidad, y esto pasa tanto por la valorización de la biodiversidad en los establecimientos agrícolas como por el aprovechamiento de los residuos de la producción agrícola: el potencial de las deyecciones ganaderas para la producción de biofertilizantes y biogás es inmenso” , destaca Abramovay.


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